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Lourdes y Avelina

Soy Lourdes y soy co-cuidadora de mi tía, Avelina, de 89 años.

Hasta hace 3 o 4 años, Avelina todavía iba a casa de su hija Lidia a plancharle, lavarle la ropa y ayudarle. Pero un día se cayó y empezó a tener despistes, y fue cuando Lidia se la llevó a su casa a vivir con ella. El problema es que Lidia tiene dos hijas y trabaja, así que yo me ofrecí a ayudarle.

Avelina no es realmente mi tía de sangre. Pero nos conocemos del barrio desde que yo soy una niña y la quiero mucho, así que no me lo pensé dos veces cuando vi que necesitaba ayuda. Nos organizamos y así ella viene a mi casa todas las mañanas, y yo soy la que la lleva a los médicos, al Taller de la Memoria y la que le hace la rehabilitación. Lidia lo tiene difícil, con sus hijas todavía adolescentes. La pequeña ha perdido su habitación para dársela a su abuela. Es complicado.

Yo le hablo muchísimo a Avelina. Leemos juntas, hace sopas de letras y cotilleamos la Lecturas. Ella ha trabajado toda su vida de tejedora en una fábrica de Badalona y le encanta cuando miramos (y criticamos) los vestidos de las famosas.

Mis nietos vienen cada día cuando empieza el cole. Adoran a Avelina. El pequeño que tiene 3 años le dice “¿por qué no me hablas?” y “habla Avelina habla”. Eso la estimula muchísimo. Hay que ver lo listos que son los niños y lo bien que les va a las personas mayores

Desde un día que tuvimos un escape, usa absorbentes de incontinencia. Es una liberación. Yo preparo una bolsa con recambios, toallitas y unos guantes y así nos podemos ir a la Ciudadela o incluso fuimos a dar una vuelta en barco al puerto. Se lo pasó de maravilla. Cogemos el autobús y nos vamos de excursión. Le cambia la cara. Y yo voy tranquila, sé que no me va a pillar desprevenida.

Alguna vecina del pueblo me dice que Avelina está viva gracias a mí. Yo no sé si es verdad, pero lo que sí sé es que le viene bien estar conmigo porque hacemos muchas cosas juntas. Yo ya cuidé a mi madre y sé lo que es. Al principio te sientes sola y perdida, pero vas aprendiendo. Es muy importante hablarles mucho, hacerles muchas preguntas, traerlas de vuelta a la realidad porque ellas, si no, se van a su mundo particular.

La lástima es que los que mandan no se den cuenta de lo que hacemos porque de hacerlo cambiarían las leyes, cambiarían las cosas.

Yo de verdad no creo que lo que estoy haciendo sea nada especial.

Cuando quieres a una persona deseas lo mejor para ella. A todo el mundo nos gusta que nos quieran.

No se trata de nada más que eso.